Un año más, y se aproximan ya a 15, en Biziz Bizi hemos impartido el curso para aprender a andar en bicicleta. Reflexionando sobre él me han venido a la cabeza dos ideas aplicables al sistema educativo: una, que el interés es fundamental para aprender y que ese interés parte del interior de cada persona, dos, que emocionar y emocionarse son, asimismo, una parte importante en el proceso de motivación y aprendizaje. Si no crees en lo que enseñas, si no te gusta, si no te emociona…no tendrás capacidad de motivar.

A nosotras nos gusta enseñar a andar en bicicleta, a nuestras alumnas les encanta aprender y así se conforma un círculo que se retroalimenta año tras año y, aunque algo tienen que ver las extraordinarias empanadas y tartas caseras, el buen vino y los sabrosos quesos y embutidos que compartimos el día de la merienda entre risas y recuerdos de ese cercano pasado en el que jugábamos con el equilibrio, la razón fundamental de que año tras año dediquemos una parte de nuestro tiempo a enseñar a andar en bicicleta es, simplemente, que nos encanta hacerlo.

Lo hacemos cobrando sonrisas y tambien cobramos moratones, aunque nos gustaría que estos no fueran necesarios que ya basta de sufrimientos, pero sobre todo, lo hacemos intentando restañar esa vieja deuda de igualdad que hace que aún en el siglo XXI haya tantas mujeres que no han podido acceder a un sueño tan accesible, porque la bicicleta nos iguala, nos encanta y yo creo que hasta nos hace mejores personas.

Todas recordamos, a pesar del paso de los años, el mágico día en que nos impulsamos contra el viento sobre una bicicleta heredada con la fuerza de aquellas piernas flacuchas y llenas de moratones y con un equilibrio inestable que con la práctica se iría afianzando, ese mismo equilibrio que tanto nos costaría alcanzar en otras facetas de la vida. Porque no hay edad para ese recuerdo, es un placer compartir con todas vosotras esos momentos.

Marta