Este año lo he vuelto a comprobar, no existe edad para aprender a andar en bicicleta.
«Hace diez años quise aprender y mi hijo me dijo que era mayor» nos cuenta Montse sonriendo. Es récord absoluto de edad con 76 años.
Este año además ha venido al curso un chico joven que quería aprender a andar en bicicleta. Escribió en el buscador «cursos para andar en bicicleta» y de esa manera tan sencilla y con mucho tesón, ha ido relajando sus músculos que formaban al principio un tenso amasijo, hasta llegar a sonreír mientras pedalea.
Araceli me pidió sonriendo satisfecha que le sacara un video para enseñárselo a su hijo. Después reconocería que es una persona seria, pero la bicicleta es lo que tiene, nos pone a todas la sonrisa en la boca.
Todas ellas se consideraban torpes e incapaces cuando comenzaron, al igual que Gema, una alumna del curso pasado que este año ha venido para aprender a soltar una mano del manillar y así poder señalizar las maniobras en sus cada vez más frecuentes paseos en bicicleta.
Buba es de Senegal y en tan solo tres días pedaleaba relajado por el paseo junto a la ría. Pero para Buba, andar en bicicleta tenía que ser bien fácil puesto que él es euskaldun y eso si que requiere más de tres días. Por cierto, ¿no tendrá alguien una bicicleta de sobra para Buba? Eso si, tamaño XL, que es buen mozo.
Maite dice que sus dos hermanos sí aprendieron pero que a las dos chicas no les enseñaron, cosas del histórico patriarcado. Le pido que ponga en una frase sus sensaciones tras acabar el curso y me dice en su wasap «una frase me parece muy poco para todo lo que me ha dado ese curso y la calidad humana que transmitía. Me ha dado la oportunidad de hacer realidad un sueño. Agradecida a personas como vosotras que hacéis que otras personas se sientan súper orgullosas de ellas mismas».
Y ahí está la clave porque, como dice Mikel, nosotras restañamos las autoestimas. Sabemos que no se trata de ser mas torpe o más hábil, sino de tener distintos ritmos. Creemos en ellas, en sus ganas, en su valentía y confiamos desde el primer día en que lo van a conseguir como otras lo han conseguido antes y otras más lo conseguirán en adelante.
Tres abrazos nerviosos de mujeres satisfechas y un montón de sonrisas son el impagable precio de este cursillo. Nosotras sí que nos sentimos orgullosas de todas vosotras. Y desde Biziz Bizi agradecemos un año más la posibilidad que nos da este maravilloso artilugio de dos ruedas de compartir nuestro tiempo y amor por él y de sembrar sonrisas.
Marta Abiega
Deja tu comentario