Crónica del último curso para aprender a andar en bici

Como cada año nuestras historias sobre ruedas son de mujeres valientes y empoderadas.

Una de las voluntarias de Biziz Bizi, encargada de apuntar a las personas interesadas en el curso, nos contó el otro día una bonita historia y os la contamos porque estamos faltas de historias bellas.

Resulta que le llamó una mujer desde Logroño que quería apuntarse al curso de aprender a andar en bici. Estaba dispuesta a cogerse la semana de vacaciones y alojamiento en Bilbao para poder realizar su sueño que no era otro que aprender a andar en bicicleta. Abrumado por tanto interés nuestro compañero se puso en contacto con la gente de Logroño en bici que le va a enseñar. Las redes siempre funcionan.

Una de las mujeres que ha asistido a este curso trabaja cuidando a una persona mayor. Le pidió librar la hora del cursillo pero no lo consiguió así que paga de su bolsillo a un compañera para que le cubra esa hora. Ha tardado tan solo dos días en dar pedales y abandonar la rampa. Un día me dijo sonriente, “yo aquí me desestreso un montón, todo lo que me estreso en el trabajo.

Cuando llegan las 21:00 la bicicleta se convierte en calabaza y sale corriendo sin miedo a perder el zapato de tacón que no lleva porque hace ya tiempo que sabe que, como decía la canción de Barricada, no existen príncipes azules. Sale tan rápido que le tenemos que recordar que se lleva puesto el chaleco reflectante.

Esto si que es pasión por la bicicleta y no el tour.

Otra de las mujeres que ha aprendido a pedalear este curso nos ha compartido este bonito poema en tiempos de prosa ¿Hay algo más satisfactorio que te paguen con poesías?

Ahora que no podemos ver vuestra sonrisa infinita cuando cogéis los pedales y el viento os da en la cara y mece vuestros cabellos, ahora que sonreís con los ojos, mujeres bravas y empoderadas solo os deseamos equilibrio sobre ruedas.

TARDES DE BICI

Entre una ría y la ciudad

junto a un museo y Carola

una sensación bien nueva

una aventura a mi edad.

Una nueva compañera

extraña y desconocida

vente conmigo decía

que vamos a disfrutar.

Nos miramos de reojo

y de la mano iniciamos

un camino peligroso

confiar la una en la otra

y comenzó el confiar.

Algunas tardes de lluvia

seguidas de un sol meloso

regálame tu dulzura” dijo

y me regaló sus ojos

Ya no necesité mirar

sólo sentir que el camino

aunque no sepa el destino

me guía en el confiar.

Y así una nueva lección

que la vida me regala

que el camino se aparece

y cada paso merece

una nueva pedalada.

De gente bella rodeada

a la que recordaré siempre

gracias tardes de lluvia y sol

de nubes y simpatía

compartiendo en alegría

algún susto, por qué no.

Y así pasó la semana

5 días y merienda

con sonrisas y paciencia

con humor y con amor.